Ascensión a Sierra Mágina

La  reseña de esta actividad está hecha por Antonio Fassa, buen amigo y compañerro del Club Montañero Sierra del Pinar. Resúme lo que dió de si la estupenda actividad que realizamos esos dias.

Previamente os pongo el croquis de nuestra ruta.

Salimos el sábado, día 21 de Enero de 2.006, hacia el pueblo de Torres (Jaén) Ana, Jesús y un servidor. En esa localidad nos espera Carlos y Toñi.

Nos ponemos en carretera a las 8:00 horas y llegamos a eso de las 12:30.

A las 13:00 horas llegan aquellos y nos dirigimos hacia la Sierra de Mágina que está allí mismo.

Arremetemos por una estrecha carreterilla que nos comunica con una pista blanca por la nieve acumulada –también nos movemos dentro de un banco de niebla- y en un punto, dejamos el turismo de Carlos, ponemos cadenas al todoterreno de Jesús y los cinco con todo nuestro bagaje, como mal podemos, seguimos subiendo hacia el Puerto de la Mata (1.600 m.), donde dejamos el coche. La niebla se ha quedado abajo y tenemos una vista casi alpina de la Peña de Jaén, situada en la lejanía –por el momento- toda nevada y monumental.

Son las 13:30 horas y decidimos almorzar allí mismo.

A las 14:32 horas nos ponemos en marcha. Nuestro objetivo es el Refugio Miramundos a una altitud de 2.077 m. Se halla implantado en la cuerda de la mencionada Sierra Mágina.

Iniciamos la travesía por la misma pista que habíamos traído en coche y tras un breve repecho, comenzamos a bajar, teniendo siempre enfilada a esa preciosa imagen de la citada Peña de Jaén que parece un merengue conspicuo en forma de cono. Como a la media hora escasa, dejamos la pista y empezamos a elevarnos, aún por tierra blanda y alfombrada de corta hierba, a guisa de pradera, tomando rumbo SE, hacia la cuerda de la sierra y dejando la Peña de Jaén citada a nuestra derecha. Es decir, hemos guiñado unos 20º a babor de nuestro primitivo curso, acometiendo un rumbo SSE. La sierra está bastante cargada de nieve, de tal manera que en frecuentes ocasiones, nuestros andares se hunden más allá de las rodillas

Siempre subiendo -que es lo nuestro- vamos ganando dominio sobre el paisaje que se nos muestra soberbio y más en estas horas de la caída del sol. Mientras sufrimos, miramos anhelantes la silueta de la cresta de la sierra a la que nos dirigimos porque significará –teóricamente- el cese de la dura e implacable pendiente en las que  nos hemos empeñado.

A media ladera, nos cruzamos con un par de montañeros que descienden de la Peña Jaén, y el de más edad nos ilustra, y se asusta cuando le decimos que nuestro objetivo es el refugio de Miramundos, por la hora de la tarde, por la lejanía de la citada meta y demás circunstancias que concurren. Nos pide algún móvil y Carlos le proporciona el suyo.

A eso de las 18:00h., podemos decir que culminamos la cresta de la Sierra Mágina pues ya vemos el paisaje que se extiende hacia el E y entonces nos dedicamos a crestear, subiendo todas las cotas habidas y por haber y por supuesto, nos encamamos en el pico Mágina.

Hemos gozado del adiós del sol; vemos los sucesivos crepúsculos; asistimos al nacimiento de las estrellas de primera magnitud hasta el advenimiento de la sexta en la oscuridad intensa del cielo. Comprobamos como el ojo se va adaptando paulatinamente a la oscuridad –en este caso, el fulgor de la misma nieve, parece que alarga el tiempo de luz- y sólo ya, muy tarde, necesitamos hacer uso de los “frontales”. Hay momentos, a ésta altura del  recorrido que parte del personal empieza a “cabrearse e increpan” a los “portadores de los GPS”, primero porque nos ofrecen distancias diferentes al objetivo; porqué ya estamos bastante cansados y quizás algo desorientados. Una vez pasada esta breve “algarabía”, nos disciplinamos y seguimos comentando la bonanza espléndida que la temperatura de la noche y quietud del aire nos está regalando –hace unos 3º- y sólo una ligerísima brisa del NW cuando andamos por la cresta y calma absoluta en los ocasionales trayectos por la ladera Sur; impropios de la estación, mes, latitud y altitud en que nos hayamos.

Por fin, a eso de las 20:15h., alguien dice: “¡tierra!” (digo “LUZ!!!!). Efectivamente, observamos una oscilante luminaria frente a nosotros y, ¡sí!, allí está el anhelado refugio, con toda su ruina y demás, pero que nos saca a todos ese suspiro de alivio y felicidad que creo que exhala todo caminante cuando, derrengado, llega feliz a su destino propuesto.

También nos embarga durante los metros que nos queda, el inquietante pensamiento de ¿cuántos montañeros habrá en su interior? ¿podremos entrar todos…???. Afortunadamente, sólo son dos compañeros de Málaga los que lo habitan, nos saludamos efusivamente e intercambiamos nuestras circunstancias de origen, vicisitudes de la travesía, etc…

Hemos llegado a las 20:36h.

Descansamos, nos vamos acoplando en el habitáculo, distribuimos los cachivaches y nos preparamos, después de relajarnos, los infiernillos para reponernos adecuadamente los depósitos de glucógeno e hidratarnos suficientemente para dormir calentitos.

Naturalmente nos hacemos muchas fotos, cada cual con su digital; contamos además,  con buena iluminación,  pues como siete frontales funcionando simultáneamente.

Se nos ve el aliento en nuestras conversaciones y así continuamos en coloquial tertulia de camaradería mientras cenamos y efectuamos esporádicas salidas al exterior para embrujarnos con la noche: tan maravilloso es mirar hacia arriba ya que en este lugar, nosotros también estamos con las estrellas, las tocamos; las tocamos,  nos deslumbra su fulgor… están tan próximas…! Como observar la noche a nuestros pies: es una sinfonía de matices entre el blanco de la nieve, las perceptibles siluetas de los valles, sugiriendo la existencia de los numerosos pueblos que orillan a esta sierra Mágina; me quedo con la impresión de uno de ellos que situado hacia poniente, es una perfecta flecha iluminada. Sobre las 22:30 horas, iniciamos la organización de los “lechos” y, a eso de las 23:00 horas ya estamos embutidos en nuestros respectivos sacos callaitos. Creo recordar que alguien nos informa que tenemos en el refugio 1ºC.

La noche se pasa bien, se descansa; paradójicamente se descansa; naturalmente no se suele dormir de un tirón debido al implacable suelo, pero es bendito; nos acoge, nos conforta y nos devuelve la recuperabilidad para la bajada próxima. En mis intermitencias en el sueño, he percibido movimiento de viento en el exterior. A eso de las 07:00 horas comenzamos a movernos para aliviarnos y efectivamente, afuera se ha entablado una fuerte brisa (calculo unos 20 nudos de fuerza) y quedamos apabullados por la nueva perspectiva que nos ofrece. Nuestra madre Tierra; con excepción de la proximidad al refugio, todo el norte, este y sur, es un mar de nubes a nuestros pies; son bucles de algodones. Lo culmina el incipiente amanecer, rojizo crepúsculo y posterior orto.

Ahora es cuando –después del preceptivo desayuno- las cámaras trabajan sin cesar, pues el momento en el lugar, es único. ¡Hay que llevárselo a casa!.

Observo el Refugio Miramundos y, me adhiero totalmente, a su calificativo, es una atalaya privilegiada que observa, yo diría que a toda Andalucía Oriental. No entiendo el letrero que exhibe, supongo que pretendiendo asustar al osado que llega hasta allí y se cobija en su interior, sensatamente. Si fuera cierto que la construcción se halla ruinosa (a mi elemental entender, lo dudo), hay que convenir que la autoridad que permite su utilización no es muy responsable, pues si sinceramente entiende que puede sepultar a los durmientes, debería clausurarlo. Lo correcto, sería restaurarlo.

La mañana se presenta azul intensa arriba, y blanca y ocre abajo. Despidiéndonos de nuestros compañeros malagueños, a las 9:16h. Comenzamos a movernos bien abrigados, obligados por aquella fuerte brisa que se mantiene y el regreso lo hacemos, hundiéndonos rápidamente en rumbo hacia el N, pues si la venida la hicimos ayer siempre cresteando, ahora vamos decididamente de bajada profunda en busca de la pista que discurre por el valle que separa las dos cuerdas que conforman esta sierra, orientándose, este-oeste. El descenso es vertiginoso por la fuerte pendiente y también cansado por ésta y por las profundas huellas que vamos abriendo dado que nuestro peso y el de la impedimenta que transportamos.

Vaguadas que corremos, nos impulsa con fuerza. Originándose alguna que otra “sentada” involuntaria que nos divierte a los demás. Finalizamos esta primera etapa del descenso, en un pequeño valle apraderado, donde guiñando al WNW, nos introducimos por él y lo seguimos, siempre descendiendo, ahora con suavidad y poca nieve, para asomarnos a otra bajada pronunciadísima en cuyo fondo ya divisamos la pista que se nos ofrece como alfombra blanca y estrecha que discurre ente árboles y las elevaciones de segunda fila, manteniendo el rumbo WNW.

Llego a ella a las 11:07 horas. Nos reagrupamos y al rato nos pasan cuatro todoterrenos que provienen, según nos dicen, de Jódar. Sus rodadas nos facilita nuestro deambular. A la media hora nos topamos un longitudinal pilón enclavado en la orilla izquierda de la pista, situándose en su parte superior un surtidor de agua que emana de la tierra. Fotografío unos carámbanos en su alrededor.

La pista de hace larga; oímos disparos muy cerca y advertimos de nuestra presencia. Después de vencer un fuerte, largo y último repecho que aquélla nos impone, llego al Puerto de la Mata a las 13:02 horas.

Hemos finalizado una nueva “travesura” más.

Regreso feliz y “enchutado” de naturaleza; de bella y libre naturaleza. Me sostiene y vigoriza. Vuelvo a ilusionarme, imaginando venideros ascensos y descensos.

 Toñi y Carlos abordan su vehículo para reunirse con unos familiares. Los demás, nos soslayamos con un buen almuerzo y riquísimas, abundantes y muy merecidas cervezas en Torres.

Llegamos a Jerez a eso de las 20:30 horas del domingo 22 de enero.

 

Jerez a 24 de enero de 2006-03-21

Antonio Fassa Núñez

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